viernes, 4 de diciembre de 2009

La elección



Aquí voy a relatarles
La historia de un noble hidalgo
De gran poder y medida,
Carácter fuerte y adusto,
Y Aunque duro y hasta hosco
Era un hombre siempre justo.

Tenía fama entre su gente,
No se si falsa o certera,
De ser fiel a sus principios,
Hombre fuerte en su dominio,
Logró que así se advirtiera,
Pues era un hombre exigente.

Pasaban lentos los días
Y nuestro buen caballero
Se esforzaba con esmero
Por alegrar su existencia,
Entre vinos y licores,
Fiestas, saraos y amores,
Y aún así, languidecía
Y si mis horas de asueto,
las llenara, vive Dios,
con una hembra obediente,
de apetitos persistentes,
complaciente a mis deseos
y entregada plenamente
Buscaba con insistencia
Entre las más bellas damas,
Las de aspecto exuberante,
De mayor delicadeza,
Gran dosis de Cortesía
Y dotes de complacencia.

Buscaba por los palacios,
Grandes moradas de lujo,
Castillos y fortalezas,
Más en ninguno encontraba
La razón de aquel embrujo

Siguió buscando en posadas,
En albergues y mercados,
Patios, mesones y zocos
Con mercaderes de esclavos,
Tuvo tratos en burdeles,
Pero le sirvió de poco.

A pesar de la belleza
Q vio durante su busca
Ninguna satisfacía
Su afán de verla humillada,
Doblegada, rebajada,
Inclinando la cabeza,
Ante sus botas postrada.

Pasaba el tiempo y cansado
De buscar algo imposible,
De tantas idas y vueltas,
Se detuvo en una venta
Aburrido y agotado
De los establos salía
Llanto tan triste y amargo,
Un pesar tan grande y largo,
Que el caballero espantado
De aquello que allí se oía,
Preguntoselo al ventero.

Quien tenéis tras esos muros
Donde guardáis los rocines
Está todo muy oscuro,
Sólo escucho los gemidos
De algún animal herido.

No se preocupe, por Dios,
Es un despojo de hembra,
La abandonó su Señor
Hace un mes en esa senda,
Y después de abandonada,
Nos dimos cuenta en seguida
Q no servía para nada.


Es altiva y orgullosa,
Rebelde como ella sola,
Un animal tan salvaje
Q para calmar su ira
La tenemos encerrada
Y sujeta a un buen herraje.





Traedla hasta mi presencia,
Quiero verla por mi mismo,
Ver si es así como actúa,
Aplicarle un buen castigo,
Dándole cien latigazos
Veréis como se atenúa
Su orgullo y sus desacatos.


Antes de ir a por ella
Y mientras aquí espero
Contestadme una pregunta
- dijo el noble caballero -
es ella una mujer libre
o se pagó algún dinero?


Eso creo, si Señor,
Más debe haber maleficio
Pues ningún noble o plebeyo
La quiere ya a su servicio.

Cuando llegó a su presencia,
Llena de barro y de lodo,
Agachando la cabeza,
Bajó sus ojos del todo,
Demostrando su vergüenza.




Ante aquel extraño gesto,
El hidalgo sorprendido,
Su mano en ella posó,
Acarició su cabeza
Y con gran benevolencia
Del suelo la incorporó.


Ella levantó los ojos,
Y le miró fijamente,
El notó rápidamente
Su entrega con aquel gesto,
Y a pesar del sucio aspecto,
Debajo de aquella mugre
Notó enseguida la esencia
Si se quita lo q cubre.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Por que una esclava , por muy salvaje e indomita que sea...

Sabe reconocer la voz y la mirada del que es su Dueño por sobre todos...


y someterse a El....

un beso...

Anónimo dijo...

entre un millar de hombres, podemos localizar su olor....
besos