Me identifico totalmente con sus palabras y me deja compartirlas.
Gracias.
EMPATIA SILENCIOSA
"El está pero no está. Y yo no sé que hacer con este eco sin retorno. Tiempo de silencio, de espacios vacíos, de falta de ruido. Necesito su voz. Como se necesita respirar, y no la tengo. Y me encabrono porque no lo entiendo. Pero El es así. Y así lo acepto. No le doy lo que necesita, lo sé. A veces me pregunto por qué. A veces me pregunto por qué sigue ahí y hago cábalas haciendo la cuenta atrás.
No siempre me pongo en mi lugar, realmente pocas veces lo hago, y entonces digo para mí. Menudo timo de sumisa estas hecha… La falsa sumisa, como la falsa moneda… Lo único que me diferencia es que me quedo en sus manos. Sus largas y blancas manos de creador. Manos elegantes, acogedoras, inquietas y sinceras. Pienso en que sería de mí si El dejara de estar ahí. Y siento un ejército de bocas hambrientas devorándome por dentro.
Aunque El se calla yo le hablo, tengo miedo que sino me oye se olvide de mi y tengo miedo de hablar. Tengo miedo de la cuenta atrás. Tengo miedo de los vehículos de dos ruedas que lo alejan. Tengo celos de sus gatos, de sus libros, del bolígrafo que coge para garabatear mientras llama a alguien del que me encelo también. Tengo celos del agua de la ducha que lo lava y de la camisa que lo acaricia. Tengo celos del peine que recorre sus cabellos y de la hoja de afeitar.
Hoy espero en mi lugar a que vuelva, como el desahuciado que espera el milagro. Como el santo que espera a Dios al final del camino. Espero de rodillas, humillada. Esperaré una eternidad si hiciera falta. Desesperaré esperando, lameré mis lágrimas. Imploraré misericordia. Suplicaré que se apiade de mí. Claudicaré ante El, y me rendiré a sus pies. Porque soy suya. Como lo son sus zapatos, la cama donde descansa o la tecla que presiona."
"El está pero no está. Y yo no sé que hacer con este eco sin retorno. Tiempo de silencio, de espacios vacíos, de falta de ruido. Necesito su voz. Como se necesita respirar, y no la tengo. Y me encabrono porque no lo entiendo. Pero El es así. Y así lo acepto. No le doy lo que necesita, lo sé. A veces me pregunto por qué. A veces me pregunto por qué sigue ahí y hago cábalas haciendo la cuenta atrás.
No siempre me pongo en mi lugar, realmente pocas veces lo hago, y entonces digo para mí. Menudo timo de sumisa estas hecha… La falsa sumisa, como la falsa moneda… Lo único que me diferencia es que me quedo en sus manos. Sus largas y blancas manos de creador. Manos elegantes, acogedoras, inquietas y sinceras. Pienso en que sería de mí si El dejara de estar ahí. Y siento un ejército de bocas hambrientas devorándome por dentro.
Aunque El se calla yo le hablo, tengo miedo que sino me oye se olvide de mi y tengo miedo de hablar. Tengo miedo de la cuenta atrás. Tengo miedo de los vehículos de dos ruedas que lo alejan. Tengo celos de sus gatos, de sus libros, del bolígrafo que coge para garabatear mientras llama a alguien del que me encelo también. Tengo celos del agua de la ducha que lo lava y de la camisa que lo acaricia. Tengo celos del peine que recorre sus cabellos y de la hoja de afeitar.
Hoy espero en mi lugar a que vuelva, como el desahuciado que espera el milagro. Como el santo que espera a Dios al final del camino. Espero de rodillas, humillada. Esperaré una eternidad si hiciera falta. Desesperaré esperando, lameré mis lágrimas. Imploraré misericordia. Suplicaré que se apiade de mí. Claudicaré ante El, y me rendiré a sus pies. Porque soy suya. Como lo son sus zapatos, la cama donde descansa o la tecla que presiona."
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